domingo, 23 de septiembre de 2012

Marionetas

Esta reflexión que voy a hacer probablemente sea aplaudida por cuatro frikis como yo, qué digo cuatro, uno o dos como mucho, pero creo que la grandísima mayoría de la gente va a pensar raro, van a decirme radical, friki, y cosas del estilo (Total tampoco tengo mil visitas al mes así que igual me estoy yendo de guay) Pero la voy a hacer igualmente. Y no va en contra de nadie, lo prometo, va en contra de algo que a mí no me gusta, y como no puedo cambiarlo, lo escribo aquí, que es lo único que puedo hacer.

No me gustan las discotecas. No-me gustan-las discotecas. No sé por qué siempre me da un no sé qué-qué se yo decirlo alto y claro. No me gustan las discotecas. Lo he intentado, bastantes veces, y por más interés que le pongo... no me gustan las discotecas. No lo puedo evitar.
Venga, ven, que luego te lo pasas bien. No, a ver, no me lo paso bien. Eso es porque vas con poco entusiasmo. Voy con poco entusiasmo porque ya llevo muchas noches aburridas encima y sé que desde el minuto uno voy a estar esperando que llegue la hora de irnos, porque es así siempre, pero las primeras iba dispuesta a pasármelo bien, de verdad. Anda, eso depende del sitio al que vayas. Sí, probablemente sí, pero sólo recuerdo dos o tres, cuatro noches a lo sumo, dentro de una discoteca, que me lo haya pasado bien. Y eran circunstancias especiales que no se volverán a repetir. Con esto hablo de despedida del instituto y demás.
Venga, haz el esfuerzo. Mmm... eso hacía antes, esfuerzos, pero he empezado a preguntarme hasta qué punto tengo que 'esforzarme' para pasármelo bien. Pasárselo bien no debería implicar esfuerzos, ¿no? opino.
Tía que es sábado, toca salir. ¿Toca? ¿A quién le toca? ¿Es una obligación? Es que salir puede tener muchos significados, o al menos a mí, me gustaría que los tuviera.

Bien, pues me parece que sí, que probablemente yo soy la rara y la única a la que no le gustan las discotecas, pero tengo una teoría. La gente sale de fiesta porque el resto de gente sale de fiesta. Porque no hay otra cosa que hacer, y como parece ser que funciona el plan (porque no hay otro, recordemos) pues a los jóvenes sólo nos ofertan eso. Y como sólo nos ofertan eso, pues no hay otras cosas que hacer, y ni nos lo planteamos porque, además, es lo que todo el mundo hace. No sé si me explico, es una especie de círculo vicioso, de pescadilla que se muerde la cola.
Ahora, supongamos que hay mil cosas que hacer en una ciudad. Y pensaréis, ¡las hay! ¡y más en Madrid! ... vale, sí, pero tienes que buscar y buscar y dar con un par de frikis que estén leyendo poesía en un bar o algo, y eso tampoco es común. Y menos encontrar gente que quiera acompañarte.

Supongamos que hay mil cosas que hacer, pero de verdad. Que las conversaciones entre jóvenes de 20 años en vez de ser ¿A qué discoteca vamos esta noche? fueran ¿QUÉ hacemos esta noche?
Refundemos las noches juveniles. Empecemos de cero. No sé, supongamos que hay discotecas, sí, pero que también hay... echémosle imaginación, que también hay partidos de fútbol en directo y baratos, incluso torneos, que también puedes incluso jugar partidos, ya sea fútbol o cualquier deporte, supongamos que hay boleras, conciertos y jams sessions, clases de música en grupo (por decir...) que hay torneos de juegos de cartas, que hay, yo qué sé, catas de comida a ciegas, que hay muchas salas de microteatro, que hay karaokes por todas partes, o incluso bares con jueguecitos del tipo concursos de televisión. O incluso carreras de cars, o incluso conciertos interactivos, yo qué sé. Además de cine y pubs que también existirían. Y, por supuesto, todo esto se haría en grupo y con el factor alcohol a gusto del consumidor.
Supongamos, también, que nadie ha probado ninguno de estos planes (y muchos otros que no se me han ocurrido a mí pero que se le podrían ocurrir a cualquier mente un poco creativa y con ganas de hacer dinero) y que ninguno es mayoritario y que no conocemos ninguno en primera persona.
Elijamos ahora lo que queremos, entre todo eso. ¿Que probablemente mucha gente seguiría eligiendo la discoteca? Sí, probablemente. Pero otra mucha gente se dividiría entre el resto de planes.

Quiero decir que nos (os) están imponiendo lo que hacer. Que ni nos (os) lo planteamos, porque no nos ofertan otras cosas, y han conseguido que nos (os) guste salir de fiesta porque han visto que al principio funcionaba, y han hecho desaparecer el resto de planes, si es que antes los había. Que lo hacemos porque lo hacen otros y porque no nos dejan hacer más cosas, porque no las hay. Y probablemente pensaréis: no, a mí es que sí me gusta salir de fiesta. Sí, no digo que no te guste, digo que probablemente también te gustan otras cosas pero ahí fuera se han empeñado en que sólo te gusta eso. Piénsalo un momento.

Igual esto está quedando muy prepotente y parece que te estoy diciendo lo que te gusta y lo que no.
Pero es lo que pienso. Que nos manejan. Como hacen con todo.
Y que, una vez más, nos da igual, o lo que es peor, ni nos damos cuenta. Porque han conseguido que nos (os) guste algo que a lo mejor en un principio no nos gustaría tanto si no lo hiciera todo el mundo ni fuera el único plan posible.

Es que estoy un poco harta.

Y soy un poco rara, ya.

sábado, 8 de septiembre de 2012

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Que opinamos parecido.

Cuéntame qué has hecho hoy. Si volverías a hacerlo.
Que igual me animo.

Déjame ver en imágenes lo que viviste lejos.
Que me darás envidia.

Cuéntame con quién te mueves.
Cómo son, por qué ellos, y no otros.

De dónde eres, de dónde sales, qué te hizo llegar hasta aquí.
A dónde vas. 
Y cómo.

Déjame que te felicite en tu cumpleaños, que quizás no sea la última vez.
Quién sabe qué estaremos haciendo mañana.

Cuéntame si eres feliz.
Y por qué.


Y admíteme de una vez, que, 
compartida, 
la vida es más.





Y dime, después de todo, si te atreves, que las relaciones online son mucho más superficiales que las offline. Reconoce, después de todo, que es una mierda que sea más fácil contarle las cosas a una pantalla, pero que muchas veces nos facilita la vida.
Admíteme, como yo te admito, que vamos patrás, pero que a ratos, nos viene bien.
Porque a veces, lo que nace en una pantalla, después se rueda en directo.